martes, 18 de junio de 2013

De aquellas tormentas, estos lodos

A veces se me agarra la pena al corazón, o al estómago, que es donde yo tengo el mío, como si fuera chapapote. Y me sacudo y me sacudo, pero ahí sigue pegada como si fuera loctite.

Me pregunto si la mayor huella que dejó en mí la segunda mujer de la que me enamoré fue esta incapacidad para ser feliz que de tanto en tanto me acongoja.

Yo, que siempre me consideré feliz, sufro de ataques de angustia vital que enmarañan mi circuitos neuronales y enturbian mi mirada.

Mi mirada se ha vuelto turbia, cuando siempre fue clara y franca. 
Y si los ojos son el espejo del alma... ¡apañada voy!

Busco desenmarañador profesional.

viernes, 14 de junio de 2013

Del amor y otros demonios

Dicen que el primer amor no se olvida, pero yo, después de reconstruirme tras la devastación que me supuso la primera mujer de la que me enamoré, a quién no olvido es a la segunda. En mi caso, no puedo olvidar al segundo amor.

La primera mujer de la que me enamoré acabó con la persona que fui y ahora, aquél recuerdo ni me duele ni me remueve ni nada. Simplemente, no existe nada de aquella persona.

Y eso no quita que, probablemente, si me la encontrase y ella quisiera un encuentro, yo accedería. Al fin y al cabo, los asuntos pendientes, siempre hacen que quede algo latente. Lo haría, sí. Porque me lo debe. ¿Pero amor? No, ahí no habría nada de amor.

Ahora que hablo, después de mucho tiempo, de la primera mujer de la que me enamoré, creo que me debo un análisis acerca de aquella historia. Cuando la haga, aquí la soltaré. Al fin y al cabo, esto no deja de ser un vomitorio para mí.

La segunda mujer de la que me enamoré me dijo aquéllo de: "Si quieres a alguien le dejarás marchar, si vuelve es tuyo, si no, es que nunca lo fue". La dejé ir. ¡Qué remedio si ella se soltó de mi mano! Y nunca volvió.
No sé por qué me niego tanto a creer que nunca me quiso, ni porque este empeño en quererla sin ton ni son.

Pero bueno, supongo que se puede vivir sin tener todas las respuestas.

miércoles, 12 de junio de 2013

Castillos de Arena

¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso poder entrar por su pequeña puerta, 
recorrer sus salados corredores, 
esperarte en los cuadros de conchas, 
hablándote desde el balcón con la boca llena de espuma blanca y transparente como mis palabras, 
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso del aire entre mis dientes.

Es tan hermoso contemplar el mar. 

Hubiera sido tan hermoso el mar desde nuestro castillo de arena, 
relamiendo el tiempo con la ternura honda y profunda del agua, 
divagando sobre las historias que nos contaban cuando, niños, éramos solo un poro abierto a la naturaleza.

Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena en la marea alta.
Se ha llevado las torres, los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos paseado en la marea baja,
cuando la realidad está lejos y hay castillos de arena sobre la playa.

Gioconda Belli

Maldigo la inocencia que me hace ser una crédula.

lunes, 10 de junio de 2013

¿La quiero o no la quiero?

¿Y si no quiero a mi novia?
¿Y si solamente la quiero por costumbre?
Estoy bien y sin embargo, no siento ninguna sensación especial estando con ella.

Pienso en cosas que hacer con ella y no me apetece nada. Se me ocurren actividades y, acto seguido, pienso "para qué".

Supongo que el hecho de que me haya dicho desde que nos conocimos que hoy está conmigo, pero mañana vete tú a saber, ha terminado haciendo mella en mí. Eso me mata la ilusión.
Es como si fuese un freno de mano. ¿Para qué voy a ilusionarme si no me ofrece ningún futuro?

Pero si no hay futuro, ¿para qué sigo con ella?
Está bien, pongamos a imaginar que la dejo, que ya no tendré lo que tengo con ella, que se acuesta con otras... ¡me revienta!

Lo sé, pura contradicción. 
Ya lo decía yo (y Punset): las neuronas están fritas.

viernes, 7 de junio de 2013

2 no se quieren si 1 no quiere

Dice Punset que el alma está en el cerebro y yo creo que debe tener razón porque es dónde creamos todo eso que a mí me hace tirar p'alante: ilusión.

Y dentro del cerebro, tenemos la parte consciente y la inconsciente. Esta última parte siempre ha sido la que me ha sacudido más. Fue esa parte, la que en sueños, supo que, la segunda mujer de la que me enamoré y posteriormente la tercera, me estaban engañando (sí, soy cornuda). Y es esa parte la que me las recuerda de tanto en tanto por mucho tiempo que pase.

En el último sueño, le decía a la segunda mujer de la que me enamoré:

-¿Cómo te va todo? Podemos tomar un café y me explicas qué ha sido de tu vida.

Y ella me contestaba:

-¿Sabes por qué nunca te volví a llamar? Porque acéptalo, tú y yo, no tenemos nada más que decirnos.

Me desperté triste.

¿Cómo puede seguir haciéndome daño una verdad como esa?

jueves, 6 de junio de 2013

Como el encaje de bolillos

La vida ha resultado ser para mí como un encaje de bolillos, ergo difícil.
Llevo tiempo ensayando, pero debo haber fallado en algún paso, porque las cosas no encajan.

Cuando llevas toda vida queriendo encajar en algún sitio y los sitios que encuentras no te gustan, es que o has equivocado el rumbo o todo destino es una mierda.

"De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera. Y sin embargo, un rato cada día, te engañaría con cualquiera..."
"No debía de quererte y sin embargo, te quiero".

Eso cantan por ahí... En cuanto a mí: No me gusta que me mientan y sin embargo, miento cuando puedo.

Lo que decía: las cosas no encajan.